viernes, 15 de junio de 2012




LA EXPULSIÓN DEL PARAISO




Recordáis a mi amigo Ádan, aquel que conocí a través de las redes sociales. He estado con el, y me ha contado como sucedió la expulsión del paraíso.







EN UN MUNDO DE MENTIROSOS, QUIEN NO CORRE VUELA, PERO QUIEN ACABA GANANDO, ES QUIEN NO SE ESTRELLA. 


Nací en el paraíso y te puedo asegurar que sigo aquí. Cuando mi madre me trajo al mundo, fue ella quien me amamanto y me vio crecer. No es cierto que nací del barro, a no ser que se trate de una metáfora y quiera decir que nací sucio o tal vez pobre. Mi padre permaneció siempre a la sombra, el misterio que lo cubría de interrogantes y dudas, yo lo suplía con el don que me entrego al nacer, la imaginación. 


Mi infancia la recuerdo mayormente como un cuento de hadas en el que reinaba la felicidad. 


Cuenta la historia que un día fui expulsado del Edén, pero debo de decirte que no sucedió tal y como lo cuentan, sino que por un fallo del autor del génesis me expulsaron del paraíso cuando en realidad la expulsión fue tan solo de la iglesia de mi pueblo. Te contare lo que ocurrió y la liberación que supuso para mi.

De niño yo no quise saber más de lo que mi madre tenia a bien contarme sobre mi padre. Se que estaba ahí, pero raras veces se dejaba ver. 


Cuando tenía once o doce
años, no lo recuerdo con exactitud, mi vida ya no volvió a ser la misma. Te preguntaras que ocurrió, que pudo suceder.
Seguramente al leer esto has pensado que sucedió algo terrible, lo mismo me pasó a mí cuando me dijeron que me expulsaban del paraíso. En un principio esas palabras sonaron en mi cabeza como campanas imposibles de silenciar, hasta que hable con mi mentor y sus palabras lograron el silencio.




PENSAR Y ACTUAR SIN SER COACCIONADOS, ES UNA MÁXIMA EN LOS DÍAS QUE VIVIMOS,  PERO PENSEMOS QUE ANTES CAE EL MENTIROSO QUE EL COJO, Y QUE COJEANDO SE PUEDE VIVIR ETERNAMENTE, MIENTRAS QUE LA MENTIRA TIENE LAS PATITAS MUY CORTAS



Te contare lo que ocurrió el mismo día en el que replicaron las campanas de la Iglesia de mi pueblo. Como de costumbre todos los domingos debíamos de ir a misa, aunque no te apeteciera, era una obligación y debíamos cumplirla.

Ese día, repeinado y bañado en un mar de colonia, salí de casa con la llamada ropa de los domingos. Mis amigos me esperaban en la calle para ir juntos a la cita. Ninguno mostraba ese día en particular emoción alguna, pero parecía que una fuerza nos empujaba hacia la Iglesia. 


Entramos subiendo directamente al piso superior, y nos sentamos. Desde este lugar no veíamos el altar, pero tampoco podían vernos a nosotros y esto nos permitía hablar y bromear, y aunque pueda parecer ridículo, éramos unos niños y esto era suficiente para superar el sermón que ya por entonces empezaba a hacerse eterno. 


Casi siempre un cura se paseaba durante la misa a modo de sargento que vigila su regimiento, mandando callar a unos y provocando las risitas y los cuchicheos que amenizaban la penitencia, pero ese domingo no apareció. 


Nadie se extraño en un principio, pero pasada media hora, el aburrimiento era mayor y más pesado que otros domingos. Para mi felicidad, mi amigo se sentía igual y una mirada basto para convertirnos en dos detectives siguiendo los pasos de un cura desaparecido.

No tardamos mucho en perder el entusiasmo inicial, olvidarnos del cura y relajarnos. Sentados sobre dos tableros de madera que sobresalían de la pared y bajaban y subían nos columpiábamos mientras hablábamos, seguramente, de lo largo del sermón y de las ganas de salir a la calle. De pronto vi saltar a mi amigo y salir corriendo mientras decía algo que no logre entender. Luego todo paso deprisa, gire la cabeza y antes de que pudiera moverme, una mano huesuda se estrellaba contra mi cara con tal fuerza, que caí al suelo mientras un zumbido ensordecedor tan solo me permitía ver ante mi una cara llena de ira, que gesticulaba, se desencajaba y que parecía estar gritando palabras que mis oídos no podían escuchar.

Mientras me cogia por las orejas y me arrastraba escaleras abajo, logre entender que mi pecado había sido el hacer replicar las campanas de la Iglesia durante diez minutos seguidos. Lo último que me dijo mientras abría la puerta que conducía a la calle es que quedaba expulsado del paraíso. 


Y eso es todo amigo mio...


¿ o NO???????




HOY POLÍTICOS, BANQUEROS Y PAPAS, SIGUEN MINTIÉNDONOS DEL MISMO MODO, MIENTRAS PARA ELLOS ES EL ARTE DEL ENGAÑO PARA ALCANZAR EL PODER,  PARA NOSOTROS SE HA CONVERTIDO EN EL ARTE DE NO DEJARNOS ENGAÑAR, PARA PODER ALCANZAR LA GLORIA, O DICHO DE UN MODO MAS TERRENAL, PARA PODER ALCANZAR A LLEGAR A FIN DE MES. 








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