jueves, 17 de mayo de 2012


MEMORIAS DE UN ARBOL


Este había sido mi primer año de vida y no entendía porque debía de dormir. Yo me negaba a cerrar los ojos, pero estos acabaron por ceder......




...Me desperté un dia de primavera y vi  que la lluvia me acompañaba. Estaba un poco desconcertado, pero para mi tranquilidad nada a mí alrededor había cambiado. Era mi primer despertar y la lluvia que caía y que a mi tanto me agradaba, no parecía gustar tanto a los humanos porque parecían haber desaparecido de la tierra.

¿Se los habría tragado esta, mientras yo dormía?

Por aquel entonces, yo no conocia mucho del hombre. Sabía de su popularidad, pero desconocía los peligros que entrañaba su cercanía. Sabía que ahora atravesábamos  un periodo de tregua, algo sobre el ecologismo, y que por mi longevidad e inmortalidad, el hombre me había elegido como un elemento importante de una nueva religión que desconocía. Ahora me adoraban y me exhibían en el claustro de una Iglesia, pero sabia que debía permanecer vigilante porque como me contaban mis familiares, el hombre era impredecible y poco fiable.







Creo que ha llegado el momento en que os cuente la experiencia que me llevo a descubrir  la verdadera unión entre vosotros los humanos y nosotros los árboles.

 Antes de nada te diré que soy un árbol hembra y que mi debilidad por el sexo femenino viene constatada por mi ideología que básicamente convierte al varón, en la fuerza bruta, con un temperamento resuelto y un mayor anhelo de poder. Yo considero al contrario, que la naturaleza femenina es esencialmente creativa, hermosa, voluntariosa y capaz de dar amor incondicionalmente.

 Dicho esto, ahora ya puedo contarte lo que sucedió cuando contaba siete años de vida.

 Una niña se acerco a mi, se sentó a mi lado, y me contó lo que su madre le había narrado la noche anterior. Comenzó diciendo que ella y yo éramos iguales, se quedó callada unos minutos como intentando recordar las palabras de su madre, y luego continuó su discurso diciendo: “somos dos almas”, nuevamente se calló unos segundos, para después, sin parar y como queriendo terminar lo antes posible, lo que tampoco comprendía muy bien, dijo: “tu alma esta dentro de un cuerpo vegetal y la mía dentro de un cuerpo humano”. Permanecimos en silencio unos segundos, hasta que la niña dijo: “¿Me entiendes?, iguales”. 


Yo no sabia que contestar, dado que a mi también me costaba entender sus palabras. El silencio se hizo nuevamente, esta vez duró siete largos minutos, pero sucedió que durante esos interminables minutos se nos concedió la posibilidad de intercambiar nuestros cuerpos.

Después de esto, ni ella ni yo fuimos las mismas.

Venía a verme todos los Domingos, hablábamos de nuestras cosas, normalmente eran temas cotidianos, pero a medida que transcurrían los años, nuestras conversaciones eran más serías y profundas. Desde ese día la muerte dejó de existir, conocí la inmortalidad del alma, y mi vida adquirió un sentido más misterioso e inteligente. Durante muchos años fui muy feliz, dominé el arte de la comunicación igual que en la actualidad Internet recorre los cielos y surca los mares, mis raíces lo hicieron bajo tierra, así viaje y recorrí el mundo.

Un domingo que llovía, mi amiga del alma vino a despedirse, debía irse lejos. “Soy de carne y hueso”, me dijo, “pero tú y yo sabemos que nos volveremos a ver”

Pasaron los años y los mismos hombres que un día me encumbraron como símbolo de inmortalidad y me respetaron como a una Diosa, ahora me definían como una cavidad fantasmagórica que presagiaba malos augurios para la humanidad. No me sorprendió, ya que de pequeña aprendí que el hombre que se cree sus mentiras es el más temible a los ojos de la madre naturaleza y el que desata todo tipo de catástrofes terrenales.

Acabaron con mi cuerpo, me cortaron en pedazos para calentarse en invierno, pero hasta después de muerta no les guardo rencor a mis enemigos, yo siempre seré el calor que se ofrece al amigo que esta enfermo.

Ahora estoy aquí de nuevo, soy el que esta a tu lado, ¿Te gustaría conocerme?  



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